lunes, 28 de febrero de 2011
Historias En Ávalon
Solo había un poco de pan ya roído por las ratas, mientras que el joven Arthur agonizaba muriendo lentamente de hambre, su madre lo acariciaba suavemente, y le susurraba a los oídos: duerme, duerme tesoro, que la muerte desde ahora será tu madre, te arrullara noches enteras en los hermosos sepulcros alumbrado por la luna, y entre olor fétido de los cadáveres tu presencia será por siempre santificada.
domingo, 27 de febrero de 2011
El Retorno de Naara III.... Continuación
Hoy no es una noche cualquiera, la misma tierra llora por sus hijos, hijos arrebatados por la muerte andante, hubiese preferido no presenciar tan gran acto sacrílego. ¡Y si! Lo acepto su belleza es inexplicable, sus ojos brotan hermosura sobre humana, y su figura y rostro una belleza de porcelana, pero sus actos solo producen repulsión.
Viena 1857:
Al acercarme a la ventana y fijar mi atención a ese oscuro callejo, pude divisar una figura femenina , y otra vez la molestia en mi espíritu regresa… Sin pudor Sonia alguno tomaba dos amantes a la vez atiborrándose en acto característico de íncubos y súcubos mientras que Naara observaba acercándose lentamente a un tercero que poco a poco cedía ante sus encantos, y al ella aproximarse a su cuello fue entonces cuando parecía que el cielo tomara vida propia, o hasta muerte propia y la oscuridad de la noche fue interrumpida por la luminosidad de una centella que se abrió entre los cielos, y quedo en descubierto su verdadero ser, el mismo demonio se vio reflejado en ella, y antes de que los hombres que hace segundos gozaban y retorcían de placer, tomaran conciencia de las intenciones de esas dos sucias mujeres, apareciendo de momento Lenox, uno de sus vasallos y de un zarpazo sus cabezas destrozaron, al mismo tiempo la sangre de las victimas en sus cuerpos salpico causándoles una excitación evidente y aparecieron mas y mas vampiros apoderándose de los cuerpos y jugando con la sangre. Pero fue cuando los ojos de Naara ubicándose hacia mi ventana brillaron con intensidad maldiciendo mí presencia gritando:
-Infeliz, ahora sigues tú.